La generación que arrancó el movimiento LGTBI lucha por no volver al armario


Tienen más de sesenta años, es la generación pionera en EE.UU. en la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGTBI y son quienes más sufrieron la epidemia del Sida. Ahora, a su vejez, muchos se ven obligados a volver al armario del que con tanto esfuerzo salieron.

“Cuando vamos a una centro de salud, los trabajadores no tratan a esa persona, a esa persona gay, lesbiana, transgénero, como a un individuo que necesita cuidados. Ellos saben que es gay y empiezan a desatenderlo, directamente allí, en el mismo centro, y es muy desafortunado”, asegura a Efe la activista trans Graeme Davis.

Davis, que formó parte del primer grupo de mujeres negras lesbianas de Nueva York, las Salsa Soul Sisters, tenía 12 años cuando ocurrieron los disturbios del bar gay Stonewall, que avivaron la lucha por los derechos civiles de los LGTBI.

Ahora, lucha por los derechos de las personas ancianas no heterosexuales como ella.

“Mucha gente gay, lesbiana, transgénero está volviendo al armario para estar protegidos, lo que es realmente triste. ¿Vives tu vida todos estos años y ahora tienes que volver al armario porque necesitas ayuda médica? Es una locura, es absurdo”, dice.

José Colaz, director de uno de los escasos centros de día para ancianos LGTBI de Nueva York, asegura que estas personas “tienen dos veces más riesgos de vivir solos, cuatro veces más la probabilidad de no tener hijos, son más propensos a sufrir discriminación y, como resultado, muchos de los participantes han tenido que lidiar con la pobreza, falta de hogar, estigma social o un severo aislamiento”.

La residencia de día, gestionada por SAGE, una ONG dedicada a ofrecer servicio a los ancianos LGTBI, ofrece los mismos servicios de salud, educación y actividades lúdicas y recreativas que cualquier otro centro de este tipo, pero, sobre todo, es “un lugar más seguro para tratar con estas cuestiones” que afectan a esta comunidad.

“Es duro salir del armario y muchos de los ancianos, a veces, tienen que volver de nuevo porque sufren mucha estigmatización, tanto en los centros de salud, como en los servicios para los mayores. Este (centro) les provee una oportunidad de venir y de ser ellos mismos, traer a sus compañeros y tener discusiones en las que se tiene en consideración su identidad sexual”, dice Colaz en la sala de ordenadores de las instalaciones que dirige en el barrio neoyorquino del Bronx.

SAGE, cuyo lema es “Rechazamos ser invisibles”, abrió en 2012 su primer establecimiento de este tipo para personas LGTBI de la tercera edad y, desde entonces, ha establecido otros cuatro, en distintos distritos de Nueva York.

Además, “ofrece formación a otros centros sobre el trato a los ancianos LGTBI y también para crear un ambiente que sea agradable para estas personas participantes en sus propios espacios”.

“Esta generación que celebra ahora el 50 aniversario de Stonewall nos encontramos con que todavía sigue en pie de guerra, una doble guerra, porque necesita que se escuchen sus necesidades específicas y sus cuidados específicos”, dice a Efe Mateo Sancho, profesor de sociología en el Pratt Institute de Nueva York.

Sancho, que está preparando su tesis doctoral sobre las personas mayores LGTBI en Nueva York y Madrid, insiste en la soledad a la que se enfrenta esta generación “que vivió toda la crisis del Sida” y que sufrió discriminación laboral.

“Si eres homosexual y tienes ahora 65 años puedes tener la percepción de que el mundo ya va a tu favor y es tolerante, pero en el momento que te vuelves a rodear solo de personas de tu misma generación es muy probable que vuelvas a esa situación en la que tu eras una minoría y una minoría silenciada o una minoría a la que se le hacía bullying”, dice Sancho antes de incidir en que para estas personas “la orientación sexual vuelve a ser un problema”.

Sentado junto a un monumento en Nueva York en favor de la igualdad de derechos de la comunidad LGTBI, agrega que “siendo homosexual no es fácil jubilarse en una zona rural, porque necesitas vivir en una comunidad tolerante, que suelen estar vinculadas a las grandes urbes y que acostumbran a ser más caras”.

Pero más allá de la discriminación y los problemas que sufre este segmento de la población, Sancho también quiere romper una lanza por la lucha que sigue llevando a cabo este colectivo.

No solamente por salir de la invisibilidad y exigir sus derechos, sino también por abrir una “nueva manera de entender una vejez que no tiene nada que ver con retirarse de la vida ni sentimental, ni sexual, ni socialmente”.

“Hace falta salir de los conceptos de viejo verde, para heterosexuales también, de la idea de que los deseos a edad avanzada son algo de lo que te tienes que avergonzar. Es muy importante que la pureza del sentimiento sobreviva a la decrepitud del físico y eso es algo que creo que está abriendo camino la comunidad LGTBI”, agrega este español con formación de periodista.

This article originally appeared in Agencia EFE on June 25, 2019.